Thomas Edison fue conocido por sus absurdas maniobras publicitarias, pero durante la Navidad de 1880 prefirió tocar la fibra sensible.
Ese año, en vez de electrocutar a un elefante, iluminó la Navidad.
Por 1880, Edison ya había inventado su lámparas incandescente, y buscaba una manera de publicitarla.
Dos años después, Edward Johnson, un amigo de Edison, mostró el primer árbol de Navidad iluminado en su casa de Manhattan.
El árbol, que contaba con 80 luces, era tan imponente como el árbol de Navidad de Charlie Brown.
Como podrías imaginar, la idea de Johnson fue utilizada como publicidad.
Esta tradición puede haber empezado en Estados Unidos, pero ahora es un fenómeno global usado para todo tipo de festivales de invierno.
Ya lo damos por sentado cuando llegan estas fechas. La evolución de las luces de Navidad fue paralela a la de las bombillas, aunque con variantes decorativas.
Pero se mire como se mire, una cosa es cierta: es una opción mucho mejor que poner una vela en el árbol.