Bombillas incandescentes
Son las bombillas clásicas. Inventadas por Edison hace más de cien años, el principio por el que emiten luz sigue siendo el mismo de entonces: el filamento de tungsteno se pone incandescente cuando pasa una corriente por él, produciendo la luz.
Hay múltiples acabados y formas, aunque sus características son muy similares:
Su duración es de unas 1.000-1.200 horas de luz. A partir de esas horas de uso el filamento de tungsteno se va evaporando y se termina partiendo, momento en el cual la bombilla “se funde”.
Con el tiempo su luz es menos intensa ya que el tungsteno que se va desprendiendo se adhiere a la parte interior del casquillo, ennegreciéndolo.
Bombillas halógenas
A diferencia de las bombillas incandescentes, las halógenas permiten una mayor durabilidad y potencia luminosa al estar tratadas químicamente para no ennegrecerse. Este tratamiento permite que ofrezcan una buena reproducción del color y que su duración sea sensiblemente superior a las incandescentes (entre 2.000 y 3.000 horas de funcionamiento).
Existen dos tipos de bombillas halógenas:
A tensión de red. Funcionan con una conexión a la red de 220 V. Su potencia (entre 100 y 1.000 W) es tan alta que suelen ir equipadas con un regulador de intensidad. Sin embargo, es conveniente dejarlas funcionar de vez en cuando a pleno rendimiento para que el filamento se regenere y duren más tiempo.
Pueden llegar a estar a 650ºC por lo que el material de la envoltura es de cuarzo (que no permite ser tocado con los dedos al ser muy sensible a la grasa).
A baja tensión. Se usan mediante un transformador (de 12 o 24 V). Su potencia es muy inferior a las de tensión de red (sólo de entre 5 y 100 W). Suelen utilizarse para direccionar la luz a un solo punto y poder, por ejemplo, destacar un cuadro en una pared.
El transformador requiere estar en un lugar ventilado y lejos de material inflamable.
Bombillas de bajo consumo
Su composición es diferente a la de incandescentes y halógenas.
Su interior está relleno de vapor de mercurio a baja presión que al contacto con la descarga eléctrica produce luz ultravioleta. A su vez, esa luz ultravioleta al contacto con el polvo fluorescente que recubre el interior del tubo produce luz normal.
Si se va a sustituir una bombilla incandescente por una de bajo consumo, hay que tener en cuenta que para producir la misma luz necesitan que el número de vatios sea 4 ó 5 veces inferior. Es decir, si la bombilla incandescente era de 100 W, la de bajo consumo tendrá que ser de 20 W. Actualmente hay dos tipos de lámparas de bajo consumo:
Tubos fluorescentes. Se utilizan en lugares donde debe haber mucha iluminación(cocinas y baños normalmente). Su luz es fría y en cierto modo, desagradable.
Son además de un tamaño muy superior al de las bombillas (en realidad son tubos). Eso sí, su duración está fuera de toda duda, permitiendo un uso de entre 6.000 y 10.000 horas. Esto es debido a que de toda la energía que producen, convierten en luz hasta el 30% (una bombilla incandescente no llega al 10%).
Bombillas de bajo consumo. Adaptadas a los casquillos comunes, permiten ser utilizadas en lámparas normales. Si bien su precio es muy superior al de una bombilla incandescente o halógena, su durabilidad también lo es. En realidad, aunque cuesten seis veces más que una halógena, pueden llegar a durar ocho veces más. También consumen un 80% menos de electricidad. Su tiempo de amortización suele ser de unos dos años. Eso sí, deben usarse en habitaciones cálidas, ya que su rendimiento baja mucho con el frío (por lo que no son válidas para exteriores).
Bombillas de LED’s
Se han comenzado a comercializar hacer relativamente poco tiempo, y aunque su precio es un poco más alto, sus resultado son muy buenos. Consume alrededor de 4W, no dan calor, y su vida útil es mucho más larga que la de las bombillas de bajo consumo. Si quieres más información, puedes ver una comparativa de bombillas de LED’s frente a las de bajo consumo o este artículo sobre tubos fluorescentes de LED’s.
Blachere,mexico